sábado, abril 20, 2024

Peña reflexiona positivamente sobre alejamiento de Bachelet: “Se estaba transformando en un obstáculo para la izquierda”

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Como una importancia significativa para la rearticulación de la izquierda calificó este domingo el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, el nombramiento de la ex Presidenta Michelle Bachelet como Alta Comisionada para los DD.HH. de la ONU, ya que a su juicio el alejamiento de la ex mandataria permitirá al sector reflexionar y corregir errores, porque “se estaba transformando en un obstáculo”.

En su habitual columna en El Mercurio, el académico sostiene que el cargo a tiempo completo de Bachelet en el organismo internacional es una “espléndida noticia para la izquierda. No es que la izquierda deba alegrarse por Bachelet (como quien se alegra de los éxitos de una persona a la que se estima). No. La izquierda debe alegrarse por ella misma, porque Bachelet se estaba transformando en un obstáculo para que la izquierda reflexionara con claridad y sin ambages acerca de sí misma, sobre su desempeño en los últimos años y las razones de su fracaso en la elección presidencial”.

La presencia de Bachelet y el peso que en ella posee la memoria (su memoria personal y la edición de la memoria futura de su gobierno) impedían cualquier reflexión de veras, porque al menor atisbo de crítica salía al paso la necesidad de preservar su legado y se usaba el tapabocas de la lealtad. Es rara la relación que Bachelet logró establecer con los cuadros de la izquierda”, explica.

En ese sentido, Peña precisa que “en general, una líder política logra atar a sus partidarios mediante un puñado de ideas, un horizonte normativo que resulta seductor y que cohesiona las voluntades. Y la prueba del éxito de ese liderazgo consiste en que cuando ella no está quedan sus ideas que, abrazadas por otro u otra, siguen orientando el quehacer. Ese no fue el caso de la ex Presidenta”.

Ella, particularmente en su segundo gobierno, decidió no expresar ideas, sino que prefirió las emociones, la queja con tinte moral. No pensaba meditativamente acerca de los problemas de Chile, sino que los sentía. Ese fue el secreto de su carisma y de su éxito y de la lealtad de sus cercanos que los llevó hasta ahora al riesgo de enmudecer. Y cuando ella no esté, cuando la fuente de su atractiva emocionalidad esté ya lejos, al extremo de que sus ondas no alcancen hasta acá, solo quedará un vacío. No ese vacío que se intenta llenar con la añoranza, sino el vacío de un campo abierto”.

Por tal motivo, Peña menciona que el alejamiento de Bachelet “equivale a una oportunidad para que la izquierda, sus dirigentes, sus dirigentas, quienes desempeñaron algún papel en su segundo gobierno, hasta ahora enmudecidos por esa presencia suya, salgan a campo abierto y después de haber barajado una y otra vez las cartas de la lealtad, se apresten a pensar los asuntos que hasta ahora han eludido y sin los cuales la izquierda seguirá en las sombras”.

Siguiendo la argumentación, el rector de la UDP insta a la izquierda a revisar dos errores que Bachelet cometió  y que se podrían corregir cuando ella esté preocupada de otros temas en su nuevo cargo internacional.

Uno de ellos fue devaluar la trayectoria vital de muchos sectores hasta ayer proletarios y hoy día convertidos en grupos medios. Existió una cierta disonancia entre la forma en que esos grupos se ven a sí mismos y la forma en que Bachelet, vuelta hacia su memoria, prefería verlos. No fue mala voluntad de su parte, fue la tiranía de su memoria la que la llevó a una mala comprensión de los aspectos emancipadores que para las mayorías históricamente excluidas posee la modernización capitalista. La tarea ahora es examinar esos aspectos emancipadores y desarrollarlos. Para decirlo en términos hegelianos: la izquierda, si quiere tener futuro, debe descubrir la rosa en la cruz del presente”, señala.

Sobre el segundo error, Peña precisa que “fue creer, durante casi dos décadas, que la política de largo plazo puede descansar en la personalidad de un político o política. La carencia de ideas y buenos diagnósticos que poseyó durante largo tiempo la izquierda se ocultó con el carisma de Bachelet. Y la propia Bachelet pensó, y quizá todavía piensa, que su carisma la releva de pensar meditativamente los problemas públicos”.

En ese sentido, argumenta que “ahora que Bachelet no estará (y no estará porque su figura política será transferida a la de funcionaria internacional) se producirá una liberación para la izquierda, muchos de cuyos dirigentes, aunque suene increíble, se negaron hasta ahora a pensar críticamente su propio desempeño en presencia de la ex Presidenta. Comenzará, pues, la muerte del padre. Porque, como se sabe, y es bueno recordarlo en estos días, el psicoanálisis enseña que la función del padre, la institución de la ley y el señalamiento de la prohibición, la puede cumplir perfectamente una mujer”.

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