viernes, abril 26, 2024

Lío por dichos de ex ministro Rojas repercute en Europa y prensa alemana dice que «reflota el tema de los DDHH en Chile»

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Si alguien piensa que los dichos o reflexiones del ahora ex ministro Mauricio Rojas quedaron en Chile, se equivoca, la polémica fue seguida con atención por parte importante de la prensa mundial, por ejemplo la estatal alemana DW, realizó una crónica-análisis del tema que tituló: «Fiasco en el Ministerio de Cultura reflota el tema de los derechos humanos en Chile» y en la bajada reseña que «Los polémicos dichos del ex ministro de Cultura chileno, quien criticó el papel del Museo de la Memoria, reviven la reflexión sobre cómo el país sudamericano enfrenta su pasado y elabora su memoria.

«Más que un museo se trata de un montaje, cuyo propósito es impactar al espectador, impedirle razonar(…) Hace un uso desvergonzado y mentiroso de una tragedia nacional”. Las palabras de Mauricio Rojas en alusión al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, publicadas hace tres años en el libro «Diálogos de conversos”, del que es coautor con el actual canciller Roberto Ampuero, sellaron su fugaz paso como ministro de Cultura de Chile.

De nada sirvió que asegurara que nunca ha minimizado las violaciones a los derechos humanos y que sus dichos no representan su pensamiento actual. Un fuerte movimiento surgido desde el mundo de la cultura condenó sus opiniones y llamó a boicotear la gestión de este ex adherente de la izquierda, quien dio un giro hacia al neoliberalismo. Diversos sectores políticos expresaron su rechazo y el propio presidente Sebastián Piñera salió a reafirmar la condena del gobierno a cualquier atropello a los derechos humanos. Rojas no duró más que tres días en el cargo.

«Los dichos son impresentables. Que insinúe que todo lo que hay detrás de este museo es un montaje para hacerle creer a la gente algo que no ocurrió, es muy grave. Eso es una negación”, dice a DW José Santos, doctor en Filosofía de la Universidad de Konstanz y académico del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago.

En ello coincide el sociólogo Mauro Basaure, investigador COES (Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social) y académico de la Universidad Andrés Bello. «Hay cosas que no se pueden decir, ni siquiera por error. La palabra montaje es muy cruda, es negacionista”, afirma en conversación con DW.

La polémica revive un largo debate, que tiene que ver con la forma en que el país sudamericano elabora su memoria sobre los crímenes ocurridos durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Cada cierto tiempo, hitos como el anuncio de apertura y la inauguración del museo, o el monumento al ex presidente Salvador Allende, renuevan el conflicto no resuelto en torno a la memoria política.

«A diferencia de Alemania, no hay un consenso en torno a cómo tratar el pasado político con respecto a la dictadura y los derechos humanos”, afirma Basaure, doctor en filosofía de la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Frankfurt. Mientras en Alemania el negacionismo es muy marginal e incluso está penado, en Chile todavía hay sectores de la sociedad, no mayoritarios pero sí amplios, que desconocen o justifican los crímenes del régimen militar.

Elaboración de la memoria

José Santos es crítico. «En Chile no ha habido una voluntad de parte del estado de llevar a cabo una elaboración de ese pasado traumático, sino sólo un intento de cerrarlo y decretarlo superado. Los esfuerzos que ha habido son más bien individuales, desde la sociedad civil”, considera Santos. «En el contexto de una política de que hay que dejar el pasado atrás y mirar el futuro, el tema de la violación a los derechos humanos es incómodo y el Estado en ninguno de sus gobiernos ha impulsado una política clara, tal como lo hemos visto con el tema de Colonia Dignidad”, agrega.

Un sitio como el Museo de la Memoria, que debería unir en torno al respeto por los derechos humanos y la dignidad de las víctimas, y crear conciencia sobre hechos que nunca más debieran ocurrir, no ha logrado generar consenso. La reciente polémica se da además en un contexto complejo. Todavía no se conoce toda la verdad sobre el destino de los detenidos desaparecidos, y algunos militares condenados están obteniendo el beneficio de la libertad condicional.

Dimensiones emotivas, juicios previos y descalificaciones dificultan el diálogo sobre la dictadura. «El gran esfuerzo del museo es tratar de establecer un consenso en torno a lo que significa que un Estado se pusiera a disposición de la violación de los DDHH”, asegura Basaure.

Despertar ciudadano

A 45 años del golpe de estado, la memoria política en Chile genera conflicto no sólo entre posiciones opuestas, sino también al interior de cada bloque. Dentro de la izquierda, algunos reclaman que el Museo de la Memoria ha monopolizado el discurso de los derechos humanos en Chile, mientras que otros critican que debería contextualizar cómo Estados Unidos y la derecha instigaron el golpe. En ciertos sectores de la derecha, en tanto, hablan de un museo sesgado, que debería considerar que la crisis del gobierno de Allende habría sido el gatillante del golpe.

Víctimas de la represión y defensores del museo han sido categóricos en rechazar esta posibilidad, en tanto establecer unas causas que expliquen la dictadura es una forma de justificar las violaciones a los derechos humanos. «La tarea del museo es representar estas violaciones para un nunca más. Ese es su ADN y su mandato. Si se abre a la cuestión del contexto tiene que ser bajo esa lógica y no la lógica de la causa”, apunta Basaure.

Para los chilenos de hoy, cuyo 70% nació después del golpe militar, el Museo de la Memoria puede ser la oportunidad para conocer y reflexionar sobre los hechos ocurridos. «Es una experiencia fuerte en base a objetos reales, históricos, no hay nada inventado. Ahí está la esperanza de que las personas se formen su propia opinión, de manera que se vaya generando un contexto antinegacionista”.

En opinión de José Santos, un efecto positivo de la polémica es la aparición de un fuerte movimiento ciudadano, con amplias manifestaciones en las redes sociales. «Ha sido bastante paradójico, porque sin quererlo el cuasi ministro generó un despertar muy potente por el tema de los derechos humanos, que estaba medio dormido. La ciudadanía se manifestó, recuperó la fe en su poder y tuvo un efecto inmediato”, indica. El debate puede dar pie a un mayor involucramiento y a que Chile retome el necesario tema de la elaboración de su memoria.

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