viernes, marzo 29, 2024

Cinco claves para entender por qué se evitaron más muertes en el terremoto del 16-S

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Que es uno de los países con mayor actividad sísmica del mundo; que vivimos terremotos fuertes con frecuencia, como el sismo de magnitud 8,3 que sacudió la tarde del miércoles y dejó, al menos, 14 muertos; todas esas cosas se saben de Chile. Estas otras se saben un poco menos: que, sin los programas de emergencia implementados por las autoridades, el número de víctimas habría sido mayor; que el devastador terremoto de magnitud 8,8 y el posterior tsunami que arrasaron el país en 2010 provocaron la muerte de 525 personas y cuantiosos daños materiales, aunque muchas personas perdieron la vida debido a que los sistemas de alerta fallaron porque las autoridades descartaron una amenaza de maremoto, debido a la confusa información con la que contaban; que, en ese terremoto de 2010, la energía liberada por el sismo fue cercana a la de 100.000 bombas atómicas.

No obstante, las acciones que el Gobierno y los ciudadanos chilenos ejecutaron desde entonces, han ayudado a manejar de mejor manera la emergencia provocada por el terremoto de este miércoles, que el Servicio Geológico de EE.UU. calificó como el mayor de 2015.

Y, como ocurrió con el sismo de 2014 en Iquique, el número de muertos y daños materiales resultó relativamente bajo en comparación, por ejemplo, con los provocados por los recientes terremotos de Nepal y Haití.

El sismo de 8,3 fue muy similar al que aconteció el 1 de abril de 2014, de magnitud 8,2. Ese terremoto del norte chileno, mató a 6 personas y dañó 2.500 viviendas.

Las cifras terribles de ambos, sin embargo, resultan muy bajas en comparación con los dos terremotos que golpearon Nepal el 25 abril y el 12 de mayo de este año.

En conjunto, ambos se cobraron la vida de más de 8.000 personas y pueblos enteros quedaron en ruinas.

Y eso que su magnitud fue menor que la de los de Chile: 7,8 el primero y 7,3 el segundo.

El que golpeó Haití el 12 de enero de 2010 también fue considerablemente menos potente que los chilenos: de magnitud 7,7.

Pero las pérdidas fueron mucho mayores: más de 220.000 muertos y un millón de personas sin hogar.

El caso chileno

A partir de 2010, Chile implementó diversas medidas para poder evitar la cantidad mayor de víctimas mortales en estos casos. Pero, ¿Cuál es el secreto chileno para no repetir la experiencia de 2010?

1.- Mejorar las posibilidades de comunicación en casos de catástrofe. Por ejemplo, la instalación de altavoces y alarmas de tsunami en el borde costero, y un sistema de alerta temprana que envía mensajes de texto a la población en caso de emergencia. Este mismo método se emplea para dar avisos a través de la televisión digital.

2- Implementar programas de educación para que la gente sepa qué hacer en casos de emergencia: modernizar o crear programas de entrenamiento para la población y distribuir materiales de sensibilización en lugares públicos. Por ejemplo, las zonas de inundación están señalizadas con señalética que indica hacia donde evacuar.

3- Aprobar la «Normativa nacional antisísmica en materia de construcción. Bases y proyecciones», una reglamentación para que las viviendas soporten terremotos de gran potencia.

4- Imponer una fiscalización más estricta en la construcción de edificios e infraestructuras.

5- Organizar simulacros para que la población sepa qué hacer en caso de emergencia. En los colegios son obligatorios tres veces al año.

Todos estos pasos han contribuido a evitar que tengamos que lamentar un escenario similar al de 2010.

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