jueves, marzo 28, 2024

La salud al límite

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Adrianópolis; año 378 d.C.; tracia, actual Turquía europea…

Una persona se arrastra penosamente por la hierba, el gemelo de su pierna ha sido perforado por una flecha, el dolor es insoportable, sus sienes palpitan como tambores de guerra, apenas puede escuchar el sordo y rítmico sonido de los centauros que se aproximan… es un soldado de roma y apenas puede temer, en su infierno de dolor, el paso victorioso de la rabiosa caballería de los visigodos que persigue a los rezagados legionarios que hace cinco horas atrás formaban parte del ejército imperial de 20.000 soldados encabezados por su emperador Valente en persona que ahora yace muerto en la llanura.

Santiago; capitanía general de Chile; año 2015…

Un paciente aspira a tal condición en un hospital de Talca, sur de Chile, lleva cuatro horas llorando por un edema pulmonar, casi gimiendo de dolor, miedo y rabia… nadie le ha explicado nada ni aplicado algún paliativo intermedio, a pesar que llegó en un ambulancia con condición de extrema gravedad, que le haga soportar mejor la espera y la certidumbre de una pronta intervención. Permanece en un limbo de soledad insoportable desde las 5 de la tarde en una sala de emergencias, son las 21:15 y observa el pasar cansino del personal y el sonido rasgado y frío del altavoz en el infierno de su propia cárcel en medio del bosque de salas de un abandonado hospital que gime, al ritmo de las pisadas de sus operarios, por hacer frente al ejército de enfermos, que esperando sentado, les mira con ojos brillosos, agitando lanzas de resignación y rabia… Guillermo Antúnez se ahoga, aterrorizado pide a su esposa volver a su consultorio en una ambulancia, ella sale desconcertada de la sala corriendo, desesperada, por fin vuelve con dos paramédicos a la sala, Guillermo ha muerto…

Cada vez se vuelven más normales las noticias de innumerables casos de atropellos en la atención a los dueños de Chile, sus ciudadanos, interminables casos de personas con números de atención que esperan fatigosamente decenas de horas ser absorbidos y digeridos por el sistema de urgencias, que lucha cancina y fríamente por absorber como una pitón al enorme búfalo de la demanda de los pacientes.

Listas de espera interminables de meses y años para operaciones, personas a las que se les niega la atención, consultorios sin especialistas, faltan 12 hospitales solo en la capital de la república de ciudadanos; la violencia de la gente aumenta en consultorios y hospitales descontroladamente ante funcionarios agotados y sobrepasados, la agresión física y/o psicológica a funcionarios en consultorios se ha convertido en Chile en un problema de salud pública endémica, los principales agresores de los trabajadores de consultorios son los pacientes, sus familiares y enfermeras, así mismo los pacientes también sufren la violencia, esta se da sobre todo en pasillos y en la mañana, alcanzado una enorme importancia según un estudio de la percepción de violencia en funcionarios de consultorios realizado por las doctoras en enfermería de la universidad de Sao Paulo Tatiana Paravic y Sandra Valenzuela y la magister en enfermería de la Universidad de Concepción Mónica Burgos, realizado en Chile; por otro lado siete de cada diez hospitales no informa a sus pacientes si tienen enfermedades cubiertas por el AUGE, dejando la aplicación de este derecho en entredicho en muchos de los pacientes con enfermedades cubiertas por el Estado.

El sistema público de salud chileno, Fonasa, parece ahogarse ante el continuo registro de los medios de comunicación: un 81% de los ciudadanos pagan con sus cotizaciones la alimentación de la pitón FONASA, pero esta se presenta impotente para absorber a sus pacientes, el día de la muerte de Guillermo Antúnez 72 pacientes espera su atención, un solo y triste médico hay en el hospital de Talca.

¿Cuán delgada es la pitón del sistema público de salud chilena? Los datos son claros y espeluznantes: FONASA recauda solo el 44% de las cotizaciones, el restante 56% de las cotizaciones se los lleva un sistema paralelo de salud privado controlado por empresas privadas llamadas ISAPRES, 8 poderosos holdings de empresas creados por la dictadura de Pinochet en 1981, en manos de poderosos inversionistas con conexiones con el sistema financiero y político, que poseen estrechas relaciones con parlamentarios del congreso chileno. Más de la mitad de las cotizaciones quedan en manos de un sistema de salud que atiende al 19% de la población chilena, poco más de 3,5 millones de pacientes en un país con más de 15 millones de ciudadanos republicanos.

Cómo se alimenta la Isapre? Del 2013 al 2014 su alimentación ha sido explosiva, ha aumentado la friolera de un 56% la cantidad de ganancias que recibe en un solo año, en 2014 terminarán en su estomago 60.000 millones de utilidades; las cuentas son felices: han atendido a menos personas que no han utilizado sus planes de salud, sus clientes se han enfermado menos que otros años, año seco menos enfermedades respiratorias en una ciudad altamente contaminada como Santiago que acumula más de la mitad de la población en chile, además ha conseguido reducir externalidades: sus pacientes son los más sanos y jóvenes del sistema, no se aceptan viejos ni personas con enfermedades preexistentes que puedan derivar en tratamientos caros.

Décadas después de la gran derrota de Adrianópolis el imperio romano se encuentra desbordado por las continuas incursiones bárbaras dentro de sus cada vez más vulnerables y tenues fronteras, los llamados limes (límites) del imperio. En sus límites en el rio Danubio y en el rio Rhin, sus tropas han perdido calidad en su equipamiento y preparación y son una mixtura entre soldados germanos y romanos que apenas puede definir que es estar dentro o fuera de las fronteras del imperio, son las tropas de baja calidad llamadas “limitanei” y cada vez demuestran su creciente y mortal impotencia para hacer frente a los problemas de las incursiones bárbaras.

Al interior del imperio unas bien preparadas y despiadadas fuerzas móviles protegen ciudades y caminos, son los “comitatenses”, tropas de élite infinitamente mejor preparadas que los limitanei. La calidad de su protección? Definitiva, pero tienen un precio: el erario público no les mantiene como antaño como parte del privilegio de ser ciudadano romano; se alimentan de oro y desesperación: son mercenarios apoyados por el imperio y dispensan su protección a quien pueda pagar por ella, ricos hacendados, comerciantes y funcionarios. El resto de ciudadanos viven en el limbo del abandono que conduce al infierno de la muerte violenta.

Es paradojal pero el sistema público no tiene su talón de Aquiles en la eficiencia sino en su desamparada realidad presupuestaria: 3,5% del presupuesto nacional alimenta sus entrañas, la organización mundial de la salud (OMS) recomendó a Chile que al menos el 6% del pienso del presupuesto tenía que engordar de “emergencia” la inanición de FONASA. Resultado: nada; el derecho a la salud se encuentra asegurado, pero no por el sistema público, sino por los bolsillos de los pacientes: Chile es el 2º país del OCDE con más gasto de los bolsillos de sus ciudadanos, un 34% del costo de los tratamientos sale de su presupuesto familiar.

La cantidad de médicos en Chile está al nivel de los países desarrollados, un médico cada 550 personas pero el sistema de salud dual en chile FONASA/ISAPRES asigna al sistema público solamente 1/3 de las horas médicas total del país para atender a cerca del 81 % de la población.

El sistema público arrastra además otros problemas estructurales como es la famosa deuda hospitalaria que cada vez va más en aumento, la deuda hospitalaria crece a 105.000 millones; esto se debe a que el pago de las prestaciones de FONASA a los hospitales no llega a cubrir su costo real: paga menos de la mitad (40%).

Finalmente hay servicios de salud pública que acompañan la atención de hospitales y consultorios en barrios que también fallan pues Chile en forma sorprendente es el país latinoamericano con menos farmacias, privadas por cierto, se ven muchas en algunos lugares, pero en muchas localidades escasean dramáticamente y el sistema no provee en dicho caso de farmacias estatales que complemente al lucro en donde a este no le interesa hacer negocio.

Finalmente la escuálida serpiente del sistema público se derrumba no solo en la digestión de la abrumadora demanda sino además en no atacar a presas fundamentales como la atención dental donde Chile tienen la peor cobertura dental del OCDE (importante saber que solo hay atención si se tiene 6 años, es una urgencia, si se está embarazada o tener más de 60 años, recomendable al menos utilizar estas oportunidades) y e la atención psiquiátrica y psicológica pues Chile es el 2º país en todo el mundo con más suicido adolescente y 200.000 chilenos tienen problemas de demencia varias como el alzhéimer por ejemplo: personas tratadas o apoyadas? 4000; desde 1990 a la fecha se han instalado 20 camas más en psiquiátricos en Chile.

Son problemas no de un sistema ineficiente o corrupto sino más bien de un sistema de salud público que no tienen las herramientas necesarias para tratar (y prevenir a nivel de consultorios de barrio) a sus ciudadanos, es más que un sistema que funcione mal un desgobierno, mientras el sistema paralelo de salud privada florece recaudando las mejores cotizaciones y aportes, donde las personas más ricas, en una de las sociedades con una de las peores desigualdades del mundo, no tienen problemas en pagar los arbitrarios aumentos en el seguro médico, llamados planes de salud, que además son escalonados lo que somete a las personas con menores recursos que quieran contratar este seguro médico privado y así huir del sistema público buscando el paraíso de una atención de lujo, a pagar seguros médicos menos onerosos que no dan finalmente una cobertura en enfermedades sensibles y que en muchos casos se niegan a cubrir las contempladas en el plan lanzando a los clientes del seguro medico a los leones, en extremo feroces y grandes, del bufete de abogados que tienen las Isapres para morder más fuerte al paciente que no cumpla con los incisos del contrato.

Es claro que la situación del sistema de salud se puede analizar y contextualizar a la luz de lo que pesaba en el terminal imperio romano del siglo IV d.c., una población todavía boyante pagando su protección a precio de oro a las tropas de élite comitatenses para tener una calidad de vida que no correspondía con el desgobierno que padecía un imperio que ya no tenía un ejército pagado por el tesoro imperial que asegurase un ambiente pacífico y civilizado a los ciudadanos humildes dentro del imperio y la mantención de un ejército de calidad, como en la época de gloria del imperio, que resguardase los lindes del imperio.

Es tal la situación que se puede deducir de Chile, una salud pública que con una falta de medios alarmantes que vive en las fronteras que separa una sociedad civilizada de una sociedad salvaje y en decadencia, que asegure a los ciudadanos humildes sus derechos y no los desplace hacia derechos nominales y realidades marginales, la vida es siempre la misma mientras seamos humanos: tanto inviertes tanto vives o sobrevives, que una población rica o con un esfuerzo titánico, pague los servicios de una protección privilegiada se ha visto muchas veces en la historia de la humanidad pero es el indicio no de una libertad sino del fin de la civilización de justicia y dignidad humanas.

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