viernes, abril 19, 2024

Gonzalo Rojas le pide a la DC ser como su símil alemana y le recuerda su papel en el Golpe de Estado

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El historiador y columnista de derecha, Gonzalo Rojas, salió este miércoles a explicar las renuncias de ex militantes DC, encabezados por Mariana Aylwin, pidiéndole a la falange ser como su par alemán y le recuerda su activo papel en el Golpe de Estado que derrocó al Presidente Salvador Allende.

En su habitual columna en El Mercurio, Rojas señala que “las fugas más conocidas de democratacristianos son las que protagonizaron quienes fundaron sucesivamente el Mapu y la Izquierda Cristiana, casi medio siglo atrás. Ambas, obviamente, se encaminaron hacia la izquierda mesiánica”.

Por eso, llama la atención la reciente renuncia masiva de los falangistas encabezados por Mariana Aylwin. ¿Es la primera salida hacia la derecha? No. La Democracia Cristiana estuvo a punto de constituirse en una fuerza socialcristiana de derecha cuando enfrentó valerosamente al gobierno de Allende y ayudó a su derrota. A pesar de que hubo algunos disidentes que rechazaron de inmediato el pronunciamiento militar, desde el mismo 11 de septiembre de 1973 gran parte de los militantes de la DC se comprometieron en la tarea de la reconstrucción nacional. Y algunos tan notables como Alejandro Silva Bascuñán, William Thayer o Juan de Dios Carmona colaboraron muy directamente con tareas impulsadas por el Presidente Pinochet”, explica.

En ese sentido, se pregunta por las razones por las que no pudo consolidarse como una opción socialcristiana “a la alemana”, mencionando que “por una parte, la acogida. Estaba muy vivo el resentimiento de las derechas contra el reformismo democristiano -especialmente en materias agrarias- como para aceptar en calidad de socios a quienes -aunque venían de combatir mano a mano junto a los nacionales- eran percibidos como ambiguos y poco confiables. La derecha fue culpable de un rechazo visceral a la posibilidad de acoger a la DC”.

Y agrega que “por otra parte, la responsabilidad propia del mismo PDC, que a pesar de haber luchado contra Allende, no había depurado su atavismo socializante, su eterno dilema respecto de la izquierda: si me la quitan, me matan; si me la dejan, me muero. En la práctica, esa disyuntiva nunca ha sido resuelta por la DC. Por eso, aliarse con la izquierda implicó siempre una ósmosis contraria a los democratacristianos; nunca la presión fue a su favor”.

Y, precisamente, son estos dos los elementos más importantes en la relación que ahora pueda establecerse con los socialcristianos que han abandonado la DC”, sostiene el historiador.

Para lo anterior, plantea que “en primer lugar, para respetarlos en toda su dignidad, hay que reconocerles un espacio propio y no pretender de modo alguno que se incorporen ni a los partidos de Chile Vamos ni al gobierno de Piñera. La oferta en uno u otro sentido va del error al agravio. Hay que dejarlos que intenten constituir de nuevo un socialcristianismo genuino, como aquel que comenzó a esfumarse a mediados del gobierno de Frei Montalva, cuando comenzaron a escorarse a babor”.

Y, en segundo lugar, una tarea de integración que está en manos de los propios socialcristianos. Absurdo sería que hubiesen tomado la decisión de abandonar su partido solo para prevenir el riesgo de una nueva alianza con los comunistas. De ninguna manera bastaría esa razón. Hace falta que los renunciados reconstruyan su propia identidad, de modo de hacerla casi inmune a la tentación izquierdista. No basta que este grupo tenga un número en el dial, fácil de sintonizar: hace falta que los contenidos de su emisión sean sólidos y atractivos”, añade.

Finalmente, Rojas propone que “si es posible que se reconstruya un socialcristianismo vital, esa opción solo podrá fundamentarse en tres pilares: el retorno a los criterios del humanismo integralmente explicitados por la doctrina social de la Iglesia Católica; la apertura al diálogo con las restantes fuerzas de la derecha, cambiando el foco que por 50 años ha inclinado a los democristianos hacia la izquierda, y el rechazo doctrinal y práctico a toda alianza con los materialismos de cuño marxista o hedonista. Solo así la falange podrá volver al dedo y el dedo a la mano”.

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