jueves, abril 25, 2024

Nicolás Ibáñez busca el empate moral por Museo de la Memoria y pide a la izquierda hacerse cargo de las violaciones en otros países

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El presidente del directorio de la Fundación para el Progreso, Nicolás Ibáñez, compartió las críticas hechas por el renunciado ex ministro de las Culturas, Mauricio Rojas, al Museo de la Memoria del que dijo que era un “montaje”.

Ibáñez, empresario y ex controlador de D&S (ahora Walmart Chile), dijo en una columna en El Mercurio que Rojas (Senior Fellows de la Fundación para el Progreso)tiene toda la razón”, afirmando que “si alguien conoce de atrocidades, luego de sufrir violaciones de derechos humanos en su propia familia, es él. Sus dichos fueron sacados de contexto, generando una polémica completamente artificial”.

Obviamente el Museo de la Memoria ofrece una realidad dolorosa, pero también una visión sesgada de la historia. Lamentablemente refleja el típico doble estándar de los que, ensangrentados por los más horripilantes atropellos a los derechos humanos, denuncian la situación chilena sin pronunciarse, ni hacerse cargo, del verdadero genocidio que el ideario marxista ha provocado en el mundo entero, ni tampoco de las causas del quiebre de la tradición democrática en Chile, ni menos de los inaceptables atropellos a los que se someten a diario los habitantes de Cuba y de Venezuela”, señala en tono de pretender equiparar las atrocidades cometidas en el país.

En ese sentido, explica que “si alguien puede ayudar a dar vuelta la página y mirar hacia el futuro en una sociedad tolerante y respetuosa, que incluya a todos, a pesar de sesgos totalitarios y apernados en el pasado, ¡ese es Mauricio Rojas!”.

A renglón seguido expresa que “las críticas al ahora ex ministro, que no pudo ejercer su cargo, demuestran que todavía hay un sector de la sociedad que pretende dominar la cultura siguiendo la vieja estrategia gramsciana. Aún no pueden aceptar las legítimas diferencias de visión y opinión que en una sociedad libre y tolerante debieran aceptarse y estimularse. Desestiman las bondades del pensamiento crítico y caen en el tribalismo enceguecedor. Ejercen una fuerza ilegítima al capturar instituciones que deben estar al servicio de todos los chilenos y se apropian de espacios que a todos nos pertenecen para promover una visión unilateral”.

Ibáñez, quien fue uno de los principales empresarios que lideró los aportes en dinero a las campañas políticas de Chile Vamos, sostiene que “las personas que adhieren a ideologías totalitarias no toleran que alguna persona, ejerciendo sus libertades, opine distinto a ellos en cualquier tema. Porque una cosa es el apego irrestricto a los Derechos Humanos, siempre y en todo lugar, y otra muy distinta es transformar el Museo de la Memoria y su aceptación en la prueba máxima del respeto por los Derechos Humanos”.

Los ejes rectores de una buena democracia debieran ser la diversidad y la pluralidad. Trabajemos por rescatar la importancia de los Derechos Humanos desde una mirada universal, sin color político, ni consideraciones parciales. Defendamos los Derechos Humanos y la libertad de opinión con altura de miras y no matemos la democracia instaurando una dictadura cultural”.

A su juicio, Rojas encarna al joven ilusionado por el “constructivismo utópico extremo que se anima, cueste lo que cueste, a construir un paraíso en la tierra, aunque implique imponer un verdadero infierno para la gran mayoría. Con el tiempo evoluciona y acepta su error, no para caer en una tienda opuesta igualmente intolerante a la que perteneció, sino para luchar por la dignidad de la persona en un ambiente de respeto, libertad y amistad cívica. Su experiencia profesional y, sobre todo, personal le daba una impronta extraordinaria para traerle aire fresco a la agenda cultural del país”.

El empresario afirma que la salida de Rojas del Ministerio de las Culturas es una señal que la “intolerancia dictatorial y los afanes hegemónicos aún persisten en Chile y se encuentran radicados en un área particularmente sensible, como es la cultura, y que tienen el poder para destruir la imagen de un gran hombre que ha tenido la honestidad y el coraje de abrir su mente. Y lo más delicado: esa fuerza intolerante que una vez destruyó nuestra democracia hoy es capaz de coartar a un gobierno legítimamente constituido que solo pretende restablecer las tradiciones republicanas y trabajar por los intereses superiores de la nación entera, tras los desafortunados intentos de imponer la retroexcavadora”.

Finalmente, Ibáñez cree que el gobierno del Presidente Sebastián Piñera saldrá fortalecido de este episodio, porque está inspirado por “sanos ideales centrados en la dignidad de las personas y el irrestricto respeto de los derechos humanos”.

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