viernes, abril 26, 2024

Cesantía: El efecto multiplicador del coronavirus universaliza los estragos

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Dicho término de origen economicista, podría contemplarse como vínculo válido para analizar impactos o influencias negativas en cuanto a fenómenos sociales y económicos de funestos resultados tanto de carácter emocional en la población como en supervivencia de empresas y otros.

Nadie por ahora ha sido capaz de llegar científica ni políticamente, más allá de especulaciones sobre la invasión de esa especie de CABALLO DE TROYA, su posible paternidad o procedencia, continuando sumergidos entre tinieblas pantanosas.

Cuando una pandemia afecta a más de 200 estados en el mundo; se superan al menos, los cuatro millones de contagios; y nos encontramos también, al menos, en el umbral de los 300.000 fallecidos, ocurre algo parecido y permítanme la licencia del símil, cuando aquellos que han cabalgado o practicado equitación, se caen inesperadamente del caballo y de bruces sobre el suelo, preguntándose con la mirada perdida ¿Qué ha pasado aquí?

Pues bien, esa es la pregunta que nos hacemos todos. ¿Qué le está ocurriendo a la raza humana?

Desde hace algún tiempo nos hemos constituido en denunciantes del cambio climático, donde el autor, acreditado por Naciones Unidas, asistió a la COP25, sin que lamentablemente fuese pilotada por la hermana Chile y tampoco se obtuviesen óptimos resultados debido a la inflexibilidad del “establishment” del petróleo.

Tuve la oportunidad durante dos semanas de escuchar avatares y avatares sobre el planeta por boca de los científicos, lo cual me ha servido posteriormente para continuar reflexionando sobre nuestra responsabilidad en el mundo que habitamos.

Pero vamos a comenzar por analizar los estragos causados por “el factor desempleo” relacionado con el Covid-19, convertido primero en depresión emocional causada en la persona que súbitamente pierde su empleo, su auto estima, así como la imprescindible resistencia para seguir adelante.

Un ejemplo catastrófico en cuanto a representación de cifras lo podría constituir perfectamente Estados Unidos, dejando aparte los supuestos 80.000 fallecidos, así como los criterios orientadores en tal sentido implantados en muchos   países, pero afortunadamente su enorme potencial hará que al final sólo sean rasguños producidos en su economía.

Hablemos pues, de la gran ola del desempleo que afecta a la sociedad civil.

Según Washington Post, los datos hasta el pasado viernes 8/5, arrojaban una tasa de desempleo no observada desde la época de la gran depresión, continuándose multiplicando en los últimos meses, alcanzando cifras de más de 20 millones (14.7%) de personas que han perdido su empleo, y según cualificados funcionarios, muchos de ellos no volverán a recuperarlos, estimándose dicha tasa en un 10% para el año 2021.

Pero no es esto lo más triste, ya que la cifra anterior tiene un carácter parcial, pues la actualidad se aproxima a una situación de que 1 de cada 4 estadounidenses, unos 44 millones de ellos, se encuentran en estado precario, bien desempleados o subempleados,

La situación se vuelve aún más delicada, si atendemos un Informe de la Reserva Federal de hace un año en el cual manifestaba qué casi un 40% de los estadounidenses tendrían dificultades para obtener 400 dólares en caso de emergencia.

Pero repito, dentro de unos años se tratará de un mal recuerdo.

Pero no olvidemos que especialmente virulenta ha sido la espiral contra el mundo hispano en EEUU, al cuadruplicarse la tasa de desempleo en el pasado mes de abril.

Tampoco los asiáticos han salido mejor librados al sextuplicarse la tasa qué les afecta.

Otros estadounidenses y el sexo femenino, igualmente resultaron afectados, experimentado estas últimas el 61% de pérdidas de empleos en el sector minorista.

Pero aun entendiendo que la situación actual que atravesamos sea enormemente parecida a la gran depresión de los años 30, y que pudiera servir de imagen para ilustrar al gran público, éste asume encontrarnos en la era de la tecnología junto a la evolución de la sociedad, lo cual permitirá una aceleración óptima a medio plazo cuando hayamos superado el síndrome de la caída del caballo.

En América Latina las cifras tampoco son alentadoras.

Según un Informe de la Organización Internacional del Trabajo, nos encontraríamos ante la crisis más severa desde la finalización de la II Guerra Mundial en 1945.

Según dicha Agencia de la ONU, Latinoamérica y el Caribe, perderían 14 millones de puestos de trabajo, además de 3 millones en Centroamérica, alta incidencia en el sector turístico y una contracción de su economía entre del 5 al 6%, según el FMI.

Según Nora Lustig, profesora de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans, Chile, y Perú son los países mejor posicionados para resistir los embates económicos, gracias a una deuda fiscal más reducida con respecto a su PIB (27.7% – 26.8%), pero sin dejar de vigilar el aumento del coste de las materias primas.

Del lado contrario, se encuentran Venezuela y México por razones obvias.

Respecto a Europa, casi todo se encuentra dicho.

España, Francia e Italia, los más castigados, al igual que otros muchos países, incluido el poderoso EEUU. han reaccionado mal y tarde, con lo cual los resultados sobrevenidos han resultado mucho peores, sobre todo a lo referido a sus respectivas poblaciones y economías.

Los citados países europeos tienen una previsión de desplome de su PIB para 2020, entre:  -9.4% España; -8.2 Francia y -9.5 Italia, sin compartir el columnista   las previsiones tan optimistas para 2021.

Más bien en estos momentos me inclino porque ya sería todo un éxito para 2021, reducir los porcentajes negativos anteriormente citados, sin vislumbrar cifras positivas al alza.

Respecto a las previsiones sobre Deuda Pública, los dos primeros países oscilarán alrededor del 115%, mientras qué Italia lo haría sobre el 140%.

No existen recetas mágicas, para soluciones salvo la regeneración política y una transitoria resignación de la sociedad civil, que de nuevo se ve sorprendida negativamente por algunos de sus políticos en cuanto a respuestas positivas de gestión.

Como conclusión, ha resultado evidente que el experimento social-comunista del gobierno del presidente español, con fuerte carga Sofista, no funciona en un tejido económico obsoleto y raído.- (los Sofistas eran un grupos de filósofos entre los Siglos IV-V a de C. que trasladando su pensamiento a época actual y coincidiendo con Santamaría Velasco, vendría a suponer la existencia de un  ideal pedagógico convertido en una orientación diferente y superior a los intereses del pueblo e identificado con una osada política estatal con creta) -,

Con unas cifras de desempleo previstas por el FMI para finales de 2020, rozando el 21% cuando en las mismas fechas del 2019, era del 13.8%, aun valorando las incidencias extraordinarias a las que ha visto sometida España, no tratándose de una visión de presente sino de futuro de quienes no desean verse condenados a sufrir como una segunda Grecia, y tampoco como país comunitario, no me gustaría observar en las pantallas de TV a exaltados como en Italia quemar banderas de la UE.

Sobre el autor:
Jesús Antonio Rodríguez Morilla, abogado, Doctor en Derecho (Cum Laude) Modificadoscompraspublicas.com

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