El Combate de la Concepción del 9 y 10 de julio de 1882

¡Un chileno(a) no se rinde jamás!

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Relicario que guarda los corazones de los oficiales chilenos mascarados el 9 y 10 de julio de 1882 en La Concepción.

Uno de los enfrentamientos más célebres de la Guerra del Pacífico, junto con los Combates Navales de Iquique y Punta Gruesa del 21 de mayo de 1879, es el Combate de la Concepción del 9 y 10 de julio de 1882.  Un hecho que marcó un antes y después en el conflicto, dejando marcado con fuego el compromiso por la Patria de aquellos 77 soldados chilenos, que dejaron su vida por nuestro país en la sierra peruana. 

La guarnición chilena del pueblo de La Concepción se componía de un total de 77 hombres, muchos de ellos cuya edad promedio no superaba los 18 años. Encabezaba la compañía el capitán Ignacio Carrera Pinto, nieto del prócer José Miguel Carrera, el subteniente Arturo Pérez Canto, así también se cuenta a los subtenientes Julio Montt Salamanca y Luis Cruz Martínez.

El 9 de julio los habitantes de La Concepción iniciaron la tradicional peregrinación rumbo a un santuario localizado a unos kilómetros del pueblo, quedando sin lugareños y sólo a cargo de las fuerzas chilenas. A mediodía almorzaron y a eso de las 14:30 horas el centinela grita ¡enemigo a la vista!

Se pudo apreciar que fuerzas del Ejército del Perú, así como montoneras, descendían de las colinas que rodean al poblado. Las montoneras de avanzada rodearon las casas cercanas a la plaza principal y en paralelo Carrera Pinto dividió a su compañía con el fin de hacer frente al enemigo.

Prefirió resistir en el templo y no iniciar un ataque, con el fin de no dar ventaja del terreno a las fuerzas peruanas, comandadas por el coronel Juan Gastó, brazo derecho del caudillo Andrés Avelino Cáceres, quien mantenía la resistencia en la sierra peruana.  El coronel Gastó envió un emisario solicitando la rendición de la guarnición, empero Carrera Pinto le respondió que ningún chileno se rinde jamás.

A pesar de la adversidad y la desventaja numérica, nadie tenía el ánimo de rendirse. A eso de la medianoche los montoneros peruanos incendian el local contiguo a la iglesia, obligando a salir a los chilenos que se encontraban en el lugar, entre ellos Ignacio Carrera Pinto. Es en esta acción donde el descendiente de José Miguel Carrera cae en el combate y pasa a la inmortalidad. Su puesto lo toma el subteniente Julio Montt Salamanca, cuyo combate continuó toda la noche.

Al amanecer del 10 de julio, sólo quedó el subteniente Luis Cruz Martínez y cuatro de los suyos. Realizan la última carga y fallecen en el acto. Los corazones del capitán Ignacio Carrera Pinto, el teniente Julio Montt Salamanca, los subtenientes Arturo Pérez Canto y Luis Cruz Martínez se conservan en una cripta de mármol en la Catedral Metropolitana de Santiago. Su acto de no rendirse  es un ejemplo para el contexto que estamos viviendo, ¡un chileno(a) no se rinde jamás!

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