jueves, abril 25, 2024

Análisis: Elecciones presidenciales francesas: Eric Zemmour reúne a sus seguidores en la mítica Plaza de Trocadéro de Paris

Eric Zemmour busca dar de un nuevo aire a su candidatura, de cara a una primera vuelta que promete ser incierta, cuando las encuestas sólo le dan el 10 % o 12% de las intenciones de voto.

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Desde París, por: Maximilien Nagy y Bernardo García

Las manifestaciones en la Plaza de Trocadero son tradicionalmente asociadas a los fracasos electorales de la derecha francesa: la Nicolas Sarkozy en 2012 y la de François Fillon en 2017. ¿Será para Éric Zemmour una oportunidad para dar nueva vida, una nueva primavera, a su campaña en los últimos días antes de las elecciones? Uno de los dirigentes de su comando así lo espera: “Ningún candidato habrá reunido tanta gente durante esta campaña, Eric puede ganar al menos cuatro o cinco puntos”. Quizás el futuro le dé la razón. En cualquier caso, el candidato nacionalista logró asegurar una base militante más movilizada que nunca. Pero más que dirigirse a un núcleo militante sólido, Zemmour tiene delante el inmenso desafío de convencer primero a toda la derecha para luego seducir a la mayoría de los franceses.

Decenas de miles de personas – cien mil según los organizadores – estuvieron en la Place du Trocadéro durante la calurosa y soleada tarde del domingo 27 de marzo, es el comienzo de la primavera en París,  para la última gran reunión de Éric Zemmour antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 10 de abril. El público, compuesto por jóvenes y mayores, apoyó con entusiasmo al grito de “¡Zemmour Presidente!». Pocos partidos pueden presumir de contar con un número tan elevado de jóvenes durante esta campaña. El candidato tomó la palabra a las 16.15 horas, tras las intervenciones de algunos de sus cercanos colaboradores como Stanislas Rigaux (uno de los portavoces de la campaña, nacido en 1999), Gilbert Collard (diputado en el Parlamento europeo, antiguo apoyo de Marine Le Pen), o incluso la misma Marion Maréchal (ex diputada, sobrina de la candidata Marine Le Pen). El discurso del candidato de Reconquista supo entusiasmar a su público, siendo fiel a su estilo, con frases impactantes, asumiendo sus propuestas tradicionales sobre inmigración e integración, y llamando con firmeza a la unión de los distintos movimientos de derecha. Como era de esperar, el primer objetivo de su discurso fue atacar al gobierno del Presidente Emmanuel Macron.

Fuerte críticas a Macron

El presidente de la República y candidato a la reelección, Emmanuel Macron, fue el blanco perfecto para este cierre de campaña por parte de los diferentes oradores: desde Jacqueline Moureau (una de las figuras del movimiento “Gilets jaunes”), hasta Gilbert Collard, pasando Jérôme Rivière (diputado en el Parlamento europeo) y, por supuesto, el mismo Éric Zemmour. Cada uno lo atacó en un punto diferente: gestión de la crisis sanitaria, inmigración, su rechazo a debatir en primera vuelta, etc. El candidato de Reconquista lo describió con una breve frase: “Emmanuel Macron, estuvo diez años en el poder con François Hollande [ex Presidente socialista del que Macron fue Ministro de Economía], y todavía no sabe en qué bando está”. Con esto, Zemmour buscaba criticar el programa y estrategia de campaña del Presidente, quien propone ideas de izquierda y de derecha, de modo que sea imposible clasificarlo políticamente. No por nada algunos lo apodan “en même temps” (“al mismo tiempo (de izquierda y de derecha)”).  El público respondía con abucheos y burlas, e incluso algunos vociferaron “Macron assassin!” (“Macron asesino”), lo que resaltaría la prensa los días siguientes . Más allá de la técnica comunicacional, el objetivo del candidato era claro: pensar ya en la segunda vuelta frente a Macron, como el único oponente válido, invitando a toda la derecha a apoyarlo.

La unión de la derecha francesa

Con 10 % en las encuestas, Éric Zemmour le sigue muy de cerca a la candidata del partido de centroderecha LR (Les Républicains), Valérie Pécresse, y muy por detrás de la candidata Marine Le Pen, hija del fundador del Frente Nacional. Zemmour ha sabido ganarse un lugar en la derecha francesa, entre la centro derecha y Le Pen, o quizás más a la derecha que ésta. Para algunos, Zemmour representa en realidad a “la derecha de la derecha” en esta elección en que las encuestas dan por ganador al Presidente Emmanuel Macron, que ha adquirido gran notoriedad en las últimas semanas con la gestión de la guerra en Ucrania. En este escenario, en donde su sector llega fragmentado, Zemmour se presenta como el único candidato de derecha auténtica, capaz de ganarle a Macron. En este sentido, durante la manifestación en Trocadéro, hizo un llamado a los principales líderes de centro derecha, pidiendo para ellos el aplauso del público, a unirse a él en esta campaña: «Necesitaré que se unan a mí Éric Ciotti, François-Xavier Bellamy Laurent Wauquiez y Jordan Bardella». Un llamado audaz al que los interpelados tendrán que responder en los próximos días, sobre todo porque los partidos de derecha han experimentado numerosas deserciones desde el inicio de la campaña. El último: un senador de LR, Sébastien Meurant, que dejó su partido la semana pasada para unirse a Éric Zemmour. Este último considera que: “Valérie Pécresse es una centrista que se unirá a Macron en la segunda vuelta. [Y que] Marine Le Pen es socialista en materia económica”. El mensaje no puede ser más claro: solo hay un candidato que ofrece un verdadero programa de derecha, es él: “Somos los únicos de derecha en esta campaña. La derecha de Charles Pasqua, de Philippe Séguin” (dos ex figuras de la derecha francesa). A lo largo de su discurso, Éric Zemmour abordó evidentemente los temas centrales de su programa: la asimilación a la cultura francesa, el orgullo por la identidad nacional y la autoridad del Estado. Cita a los artistas Jean Dujardin y Jacques Brèle ; canta, provocando un estruendoso aplauso de la multitud, y afirma que ser francés “es vibrar leyendo a Péguy, Pascal, Victor Hugo”. Así, el candidato se muestra ante su público como el periodista que toda Francia conoció por sus ideas respecto a la firmeza en materia de inmigración, justicia fiscal y rigor en la distribución de la ayuda social. “Me gusta el Estado que protege a los que trabajan. Quiero un Estado que tenga miedo cuando sube un euro en los impuestos, que reserve la solidaridad nacional para los franceses”. El otro punto culminante de su discurso fue el llamado a los musulmanes a integrarse: “Respeto a todas las religiones y a todos los creyentes. Solo les pido que practiquen la religión con discreción. Muchos compatriotas musulmanes ya han optado por la asimilación”. Es sabido que para el candidato la integración de los musulmanes es uno de los grandes problemas políticos en Francia y considera que quien no quiera integrarse no debe intentar imponer su cultura a los franceses: «si a alguien no ama a  Francia, nuestra cultura, nuestra gente, nuestra forma de vida, y no quieres ser francés, está en su derecho, pero no se le puede exigir a Francia adaptarse a otra cultura”. A pesar de estas afirmaciones, el candidato fue discreto sobre la  teoría del “Gran remplazo” (según la cual la población francesa estaría siendo remplazada por otra de origen extranjero) y tampoco mencionó su idea de crear el Ministerio de “Re-migración” (cuyo objetivo sería de expulsar a los extranjeros clandestinos, delincuentes y criminales), que había provocado una seria polémica la semana pasada.

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